El fútbol y sus metáforas

1. El fútbol y sus metáforas. He esperado unos días a ver si alguien, algún analista, decía algo sobre la Tercera de Abc que José Antonio Zarzalejos publicó el pasado domingo 22 de abril (y que, abajo, en la primera entrada de los comentarios reproduzco).

Pero veo que no, que ha pasado inadvertida.

¿De qué hablaba el director de Abc? Su Tercera se titulaba “El gol de Messi” y hacía alusión al portentoso tanto que marcó días atrás el jugador del Barça: semejante (si no superior) a aquella proeza de Maradona realizada veinte años atrás.

Vaya por delante que no sé gran cosa de fútbol y, por tanto, que mis conocimientos raquíticos no me permiten examinar la precisión del lenguaje de Zarzalejos.

Aunque –eso sí— ciertas expresiones que emplea, como “achicar balones”, parecen incorrectas (¿no es más sensato decir “achicar espacios”?).  

En fin, pero no es de fútbol de lo que quiero hablar, sino de política. Zarzalejos hacía una analogía entre la gesta de Leo Messi y la labor que le propone a Mariano Rajoy de cara a las próximas elecciones.

“De siempre”, dice el director de Abc,  “el fútbol ha proporcionado magníficas metáforas para la política”.

Pues bien, Zarzalejos va desgranando metáfora a metáfora las imágenes futbolísticas de Messi que podrían ser equiparables a la tarea del Partido Popular.  

Fotografía: Gorka Lejarcegi

En estos momentos, de acuerdo con el barómetro de primavera elaborado por Metroscopia para Abc, el partido del Gobierno y el partido de la Oposición están igualados: el PSOE sólo adelantaría en un punto y medio al PP, sólo o aún… 

Esa circunstancia implica, a juicio de Zarzalejos, “que los dos grandes partidos se han instalado en un empate –persistente y aburrido— sin que ninguno de los dos se arranque desde el centro y, con decisión, altere el marcador a su favor”.

Como vemos, un dato demoscópico que refleja el estado de la opinión en determinada circunstancia acaba en una metáfora futbolística.

En realidad, Zarzalejos hace dicha analogía entre deporte y  política para marcar la estrategia y la táctica del PP.

No le interesa especialmente el partido socialista. Al contrario, le interesa en particular qué deberá hacer Rajoy para ganar el encuentro…  

Propone arrancar con ímpetu desde el centro del campo (político), ir rebasando a los jugadores del otro equipo y, así, una vez desarbolada la defensa, llegar a la portería para marcar el tanto que deshaga el empate, el gol que dé la victoria.

Propone también dejar a Eduardo Zaplana “una buena temporada en el banquillo”, uno de esos tipos “que  no ceden el balón” y por lo que la afición acaba exasperada.

Recuerda también lo letal que es marcar goles en propia puerta –es decir, equivocarse— o pretextar mala suerte (“excusarse con el tópico de que ‘el esférico no entra’…”).

Postula igualmente echar mano de la “gente de la cantera”, que el PP tendría “por un tubo: en Valencia, en Andalucía, en Galicia, en el País Vasco”.

Advierte del peligro que tienen los equipos cuando dejan hacer a los hooligans, que normalmente suelen aprovechar  

“los partidos para dar rienda suelta a sus bajos instintos, agreden a afición visitante, lanzan objetos al terreno de juego y se envuelven en los colores del club para defenderse de sus desmanes”.

¿A quién se refiere con estas palabras? Desde luego a los hinchas más fanáticos, tan peligrosos en su furia, pero alude especialmente a Jiménez Losantos.

Por eso, insiste inmediatamente, “las directivas que se dejan secuestrar –para ganar las elecciones o para caldear el ambiente— de los fondo sur, habituales en todos los públicos, terminan por ser sus víctimas”.

La conclusión de todo ello se ve venir, como ese jugador que arrancando del centro del campo avanza por la derecha “sin mirar atrás hasta enfrentarse al guardameta”: de lo que se trata es de superar a los defensas para finalmente batir al portero “por bajo”. 

¿Qué decir de esta pieza de retórica futbolística?

La ventaja de las metáforas es que proporcionan imágenes para simplificar las cosas, unas imágenes que al descontextualizarse sirven para compendiar algo mucho más complejo, desde luego.

Si lo pensamos bien, resulta increíble que todo un periodista de tronío emplee esta analogía para describir lo que debería ser la estrategia electoral del PP.

Al fin y al cabo, el gol de Messi es la agudeza y la suerte de un jugador que con su sola habilidad consigue llegar a meta y rematar.

¿De verdad es posible pensar en Rajoy como un Messi de la política, alguien que auxiliado por un equipo ganador es capaz de ejecutar ese virtuosismo de hombre solo? ¿De verdad cree Zarzalejos en esta metáfora, en la similitud del fútbol y de la política?  

Hace unos pocos años me tocó organizar un encuentro en el Colegio Mayor Rector Peset (que con mano firme dirige Salvador Albiñana): no era un encuentro futbolístico, sino unas jornadas académicas y periodísticas sobre el fútbol.

De aquel evento surgió un librito que recoge las intervenciones: El fútbol o la vida. Una de las sesiones la dedicamos precisamente a “El fútbol y sus metáforas”.

Si ustedes me permiten, reproduciré un breve pasaje de mi presentación: en ese trozo advierto del riesgo periodístico de convertir el balompié en algo análogo a la vida (o a la política).

“Hay, en efecto, algo de peligroso en designar ciertas actividades con metáforas traídas de otras esferas. Corremos el riesgo de la imprecisión, del simbolismo. Corremos el peligro de describir mal las cosas concretas al hincharlas con un aire tóxico, y perdonen esta imagen, que las agranda hasta convertirlas en símbolos. Los viejos periodistas, los reporteros de siempre, aspiraban a dar bien los detalles de una noticia. De hecho, a ese modo de hacer las cosas se le llamaba periodismo noticiero. Hoy, sin embargo, cuando al reportero le falta información es fácil que incurra en la metaforización indebida de lo concreto”.  

En algunos casos es así; en otros, no, desde luego.

Yo no pienso que a Zarzalejos le falte información y que, por eso, se vea obligado a recrear con imágenes la política electoral del PP.

Tiene mucha información, o al menos cree tener la suficiente como para obrar de acuerdo con el papel de un entrenador.

De hecho, más que un comentarista parece el Míster del Partido Popular, cosa que resulta llamativa: un director de periódico diciéndole a una organización política lo que debe hacer para ganar un encuentro electoral.

Me pregunto  quién juega en casa; me pregunto si habrá segunda vuelta; me pregunto por qué hay tanto temor al empate.  

Después de meses de dura estrategia, el Partido Popular no ha conseguido rebasar a su oponente y, ahora, en plena liga, su Técnico de campanillas le propone “corregir el rumbo”.

O, en otros términos: le propone “rectificar la estrategia” para “jugar con hambre de balón, incisivamente, arriesgando, aun cuando se pierda”.

Muy mal han debido sentar esos datos del barómetro demoscópico para que el Míster lleve el nuevo plan a la pizarra, digo a la Tercera de Abc: se puede enterar el contrario, hecho que invalidaría la táctica dibujada con tanto esmero metafórico.

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2. Mariano Rajoy y el Abc: 

Elogios de Rajoy. Artículo de JS de 2004.

¿Mariano Rajoy es Gary Cooper? Artículo de JS de 2005. 

41 comentarios

  1. El gol de Messi

    José Antonio Zarzalejos

    Abc, 22 de abril de 2007

    DE siempre el fútbol ha proporcionado magníficas metáforas para la política. El gol del barcelonista Messi a pase de Xavi desde el centro del campo, tras una galopada en la que dribla hasta cinco jugadores del Getafe, batiendo a Cortés sin remisión, es un ejemplo de estrategia -la jugada arranca de la zona central- y, también de audacia -Messi, con una enorme ambición y seguridad se va solo a la portería y con frialdad portentosa culmina la jugada lanzando el balón al fondo de la red- emulando, según los técnicos, el inolvidable gol de Maradona en el Mundial de México de 1986 que desarboló en el minuto cincuenta y cuatro del encuentro al correoso equipo de Inglaterra.

    En los maitines del Partido Popular deberían proyectar una y otra vez el vídeo del gol de Messi. Porque, comprobada con una reiteración demoscópica tozuda, a la que hoy se añade el barómetro de primavera de ABC, que los dos grandes partidos políticos nacionales se han instalado en un empate -persistente y aburrido- sin que ninguno de los dos se arranque desde el centro y, con decisión, altere el marcador a su favor, parece ya hora de revisar el planteamiento del juego de los unos y de los otros.

    Todo lo que no sea una distancia de tres o cuatro puntos en las encuestas entre el PP y el PSOE -a favor de uno o de otro- debe diagnosticarse como un empate técnico que, lejos de constituir un buen resultado, provoca frustración porque mantiene de modo indefinido una coyuntura paralizante que sirve de contexto casi ideal para la polarización estéril y la crispación irritante que causa hartazgo e insatisfacción en la sociedad española. Sin embargo, el PP no debe engañarse: el Gobierno en una tesitura de empate técnico electoral dispone de los instrumentos del poder para ganar en la prórroga con gol de oro y repetir la próxima legislatura en unos términos de sostenibilidad política similar a los de la actual.

    De ahora en adelante, al borde mismo de la campaña electoral de las elecciones municipales y autonómicas, el Partido Popular debe mover los peones -por favor, los blancos- con audacia y arrancando su discurso con una fortísima conexión en las grandes franjas centrales del electorado.

    De tal manera que está de más -buena jugada la de Esperanza Aguirre que, con pase de Gallardón, ha eludido la teoría de la conspiración en el 11-M- el cerrojazo a la italiana blindando la portería propia en un comportamiento defensivo y amilanado que cede espacio a los adversarios, porque desde esa posición retrasada sólo pueden achicarse balones pero no pasar a la ofensiva. A la afición le aburren los derbis timoratos y le exasperan las figuras que no ceden el balón — justo castigo al portavoz parlamentario popular que no lo quiso soltar en Valencia y que ha tenido que hacerlo in extremis por expresa indicación del entrenador- y que, por lo general, merecen una buena temporada en el banquillo. A las figuras -reales o supuestas- el banco o la grada les viene a su soberbia como al ciego ver. Y si hay que hacer traspasos y licenciar a parte de la plantilla -cara e ineficaz-, se hace.

    No suele funcionar tampoco el equipo que desprecia a los combinados aparentemente sin aspiraciones al título. La regularidad es una de las características de los triunfadores. No hay enemigo pequeño -hace bien Rajoy en hablar con Imaz y Durán i Lleida, como Aznar en su momento- y los puntos se ganan o se pierden lo mismo con los equipos grandes de la tabla que con los llamados modestos. Además, la elegancia suscita el aplauso del respetable. Broncas, las justas, y cuando las razones para provocarlas o contestarlas sean suficientes, siempre y cuando se respete al árbitro. Los malos modos de jugadores marrulleros hacen daño al equipo -nunca debió actuar Díaz de Mera como lo hizo- y afectan a la buena reputación. Es mejor que sean los contrarios los que practiquen el juego peligroso y sea el árbitro -los electores- los que piten la falta, como le ha ocurrido más de una vez a José Blanco.

    El efecto de los goles en propia puerta es letal -el Gobierno y el PP se autogolean lamentablemente- porque la afición desconfía y no acude al campo, merma la recaudación, hay que hacer traspasos para llenar la caja y todo termina un mal domingo -sea de mayo, sea de marzo- en una descomunal pañolada con el público en la grada vuelto al palco presidencial. Excusarse con el tópico de que «el esférico no entra» o «la suerte no acompaña» no vale porque es recurso de perdedor. A los que así se pronuncian, no se les renueva la ficha y se les declara traspasables -hay algunos en el PP que están pidiendo a gritos el relevo- ofertando posibilidades a los canteranos -lo de la señora Janer en Baleares es un fichaje extravagante de Matas que linda con el de Nebrera en la Cataluña de Piqué-, jóvenes que se han hecho en el segundo equipo o en los alevines. Son jugadores que dan buen resultado, duros, resistentes y, sobre todo, con ganas de ser titulares. En el PP hay gente de la cantera como por un tubo: en Valencia, en Andalucía, en Galicia, en el País Vasco, y ya se sabe que jugar en la capital con posibilidades de estar en la champions constituye una potente motivación.

    Es verdad que en plena liga no se puede improvisar, pero sí corregir el rumbo y rectificar la estrategia. Si se decide dominar el centro del campo y jugar con hambre de balón, incisivamente, arriesgando, aun cuando se pierda, el juicio de la afición siempre será benigno. Mantener la propia meta a buen recaudo para perder en el último minuto del encuentro resulta patético y enfada a los socios que pagan la cuota, acuden al estadio haga frío o calor, arropan al equipo y adoran a sus figuras. Un respeto para la grada que merece mejor trato -audacia, estrategia, ambición, generosidad e inteligencia- cuando el partido podría ganarse si se pone empeño en el intento. El empate, por eso, no vale. Con empates no se gana, sólo se sostiene la posición. Tampoco vale la autocomplacencia contemplando una y otra vez las vitrinas del club repletas de trofeos de tiempos anteriores. Si aquellas copas se lograron, otras esperan. La nostalgia es un sentimiento propio de la senectud o del estado melancólico, y suele llevar a la depresión y la parálisis.

    En el fútbol -como en la política- hay que tener mucho cuidado con los hooligans que aprovechan los partidos para dar rienda suelta a sus bajos instintos, agreden a la afición visitante, lanzan objetos al terreno de juego y se envuelven en los colores del club para defenderse de sus desmanes. Las directivas que se dejan secuestrar -para ganar las elecciones o para caldear el ambiente- de los fondo sur, habituales en todos los públicos, terminan por ser sus víctimas, porque los que hoy aplauden mañana abroncan y, tarde o temprano, el Comité de Competición toma cartas en el asunto y el que paga la factura es el club y no los energúmenos de turno. Lo mismo que ocurre en la política: convencer a los convencidos, jalear a los gritones y enardecer a los sobresaltados es el ejercicio más estéril de todos los posibles.

    El PP -sobre todo porque va el segundo en la clasificación- y el Gobierno necesitan incorporar un ritmo político que reporte jugadas triunfadoras como la de Messi el miércoles pasado. Porque con goles como el que marcó el culé, además de ganarse el partido, se gana también calidad y prestigio. Pero deben recordar que el pase fue de Xavi desde el centro del campo y que el goleador encaró la carrera sin mirar atrás hasta enfrentarse al guardameta y, templando, le batió por bajo. Por cierto, con una carrera por la derecha y un golpe final al balón hacia el lado contrario de la portería. ¿Quién dijo que el fútbol era el nuevo opio del pueblo?

  2. Creo que es interesante que J. Serna desbroce la retórica de la derecha, pero pienso que tal vez saca las cosas de quicio dandole tanta importancia a un artículo de J. A. Zarzalejos como si este fuera un gurú de la derecha.

  3. Es que es un guru de la derecha, como Pedro Jota. Aunque cada uno luche por vender su periódicos. ¿Han visto el EGM?

  4. Creo que soy más aficionado al fútbol que Justo Serna, sobre todo después de repasar «El fútbol y sus metáforas» y «El fútbol o la vida», dos de los tres artículos que firma en el libro que recogió aquel ciclo de conferencias, en los que creo que habla más por el valor de «laboratorio de antropología» que tienen los graderías que por amor a este juego. Yo sí he sido muy feliz algunas veces en mi vida con el fútbol, recuerdo horas interminables en la niñez donde con tal de que aquel combate de honor de cada tarde se resolviera éramos capaces de aguantar a conductores histéricos, vecinas que nos gritaban y balones que reventaban. También lo he sido en un graderío, y he experimentado -yo que tan sensato parezco- esa ebriedad de la masa que ruge ante una última carga de ataque en un partido que aún no termina de estar perdido. Soy nieto de un gran futbolista -Arturo Montes, que marcó el primer gol en Mestalla, ahora a punto de derribo en tiempos de especulación inmobiliaria- y el Valencia fundacional de los años veinte vive para siempre en mi memoria en medio de las brumas de la leyenda. Padezco de cierta fobia social, de manera que acaso algunos domingos de gritos y sudor colectivo, mientras uno no pierda la lucidez y se acuerde siempre de que sólo es un juego -un juego, nada más y nada menos- la cosa puede entrar dentro de lo aceptable. Lo del aprovechamiento de la alcadesa -ese apoderarse del esfuerzo ajeno- es lo que cabe esperar de quien no pasará jamás de dirigente populista con vocación de esperpento. Dos curiosidades: Justo compara en alguno de sus artículos el culto dionisiaco de la tragedia griega -tan genialmente repensado por Nietzsche- con el ardor de la grada, una asimilación que me recuerda a otra que, creo, realizó algún autor en los textos de la colección de Eutopías -pudo ser Luis Puig, no lo recuerdo- en relación a las masas exaltadas y los cuerpos retorciéndose en los conciertos de rock. Me pregunto con Nietzsche si no hay en los intelectuales cierta tendencia a desconfiar del pathos dionisiaco de las masas por recordarles en exceso a imágenes como la de los alemanes ante los discursos de Hitler en el Reichstag o similares.Otra curiosidad. Augusto Milego y sus amigos del Bar Torino fundaron el Valencia como una obra social, algo que como tantas cosas en el fútbol era la traducción de un hábito británico. La idea era recoger a tantos y tantos chavales de la calle a los que se trataba de dar un uniforme, enseñarles cierta disciplina, el sentimiento de ser solidario con los compañeros… Mi abuelo Arturo dejó de darle patadas a un balón de trapo en el Carrer Sagunto y acabó siendo el ídolo del viejo Mestalla. Disculpad el sentimentalismo. Por lo demás prefiero a Messi que a Rajoy.

  5. No entiendo nada de fútbol, pero tengo una relación sentimental con él similar a la de David P. Montesinos y he visto unas cincuenta y dos veces el gol de Messi en la televisión, del que no sé ni a qué equipo pertenece, desde todos los ángulos posibles, creo que hasta desde dentro de su bota (en el campo debía haber tantas cámaras como espectadores) y es una de las cosas más asombrosas que he visto en mi vida. Lo que hizo ese señor no se puede hacer; no es posible recorrerse todo el campo a velocidad vertiginosa, empujando una pelota (además) y con miles de jugadores, la sensación es de que eran miles, tratando de que no llegue al otro lado y llegar y meterla en una portería, de lado y con un señor que lo está viendo venir y que no quiere que la meta. Eso no se puede hacer y que, además resulte bonito, precioso, como una danza, como un salto de Nihiski menos, pero yo lo he visto cincuenta y dos veces y el tal Mesi lo hizo.

    Comparar al PP y a Rajoy (a los que sí entiendo) con eso que vi, es un delirio como para encerrar de por vida en un manicomio a quien se le ocurra. Suponer que Rajoy pueda hacer algo semejante es ser ciego y tonto. Con asesores así, no sé cómo sólo les separa punto y medio de los otros.

    Verdaderamente, el único que utilizaba el fútbol de manera magistral, aunque no fuera como metáfora, era Lázaro Carreter. El pobre Zarzalejos ha estado muy poco afortunado.

  6. Señora Pavlova, yo también he visto numerosísimas veces ese gol. Admito la belleza y la proeza, pero que eso se pueda comparar con la tarea que debe cumplir Rajoy resulta forzado, chocante, inverosímil. ¿Es Zarzalejos un gurú o no?, según se preguntaban Pedro o Manuel. La Tercera que publica cada domingo en Abc es la lección semanal de estrategia que esta figura del Grupo Correo dicta a sus afines del PP. A pesar de ser un articulista confesional, creo que es mucho mejor Ignacio Camacho (que fue también director de Abc) y del que hice crítica en un viejo artículo de la primera época del blog (voy a reproducirlo arriba, en la parte final del post: es otro juego de metáforas).

    En cuanto al fútbol, agradezco a David P. Montesinos la lectura tan atenta que ha hecho de mis contribuciones al librito que cito: El fútbol o la vida. Desde luego, este deporte-espectáculo me interesa poco. Como deporte sólo me conmueve algo cuando juegan el Valencia y el Madrid: qué quieren el Barça nunca me atrajo. Como espectáculo es, efectivamente, algo digno de ver, al menos como espectáculo antropológico, según me recuerda David. Sólo he estado dos tardes en Mestalla: me atraían más las gradas que el césped, los tipos humanos allí presentes en confusa mezcla, en aleación; me interesaban la expresión de los aficionados y de los jugadores y, sobre todo, ese roce viril y esa sudoración emocional que los varones (futbolistas o hinchas) allí se consienten. Es el único sitio en que los hombres no se frenan ni se coartan. Yo, de todos modos, evito las multitudes, pero no por repudio intelectual, sino por prurito: la masa me asfixia y me da picores…

    La evocación de David sobre su abuelo es hermosísima. Miren, yo tengo un fontanero en el que confío y con el que charlo cuando viene a casa a reparar nuestras averías. La principal materia de nuestras conversaciones es el estado de forma de su hijo: su rendimiento, sus expectativas. Es un afamado y prometedor futbolista que actualmente milita en el Levante UD, según creo. La mañana que aparece por casa no me freno: la emoción con que su padre habla y, sobre todo, la emoción que siente al ver que un cliente suyo le interroga sobre su chaval me alegran el resto del día. Es una lección de humanidad.

  7. Querida Pavlova: el problema no es, creo, si el gol de Messi es o no bello. Yo, como aficionado, creo que lo es, pero recuerdo a un experto en restauración hacer exclamaciones casi histéricas de admiración ante la contemplación de una paella de marisco y a un jugador de mesa de amigotes vespertinos explicarnos un estilo de juego de dominó al que definía como «especialmente bonito». No seré tan irracionalista como para decir que es bonito lo que a uno le da la gana decir que es bonito, pero creo que toda obra -declarada o no como «obra de arte»- tiene sentido sólo en la medida en que es contemplada e inteligida por un receptor, en el sentido de la «obra abierta» de Umberto Eco. Podría explicarte qué cosas hay en mi vida que me hacen emocionarme con algunos acontecimientos que se dan sobre la hierba de un estadio, aunque te citaré uno que acaso verás con mejores ojos que el gol de Messi. En la final de una Copa de Europa, a la que no se llega sin enormes esfuerzos, el Bayern de Munich fue por delante con un gol durante todo el partido. En el penúltimo minuto, después de haber resistido valerosamente, encajaron el empate; en el último, habiendo quedado ya groguis los alemanes por el golpe anterior, los chicos del Manchester United les marcaron el 2 a 1. Ya no había tiempo para reaccionar, los alemanes habían fracasado, sentían avergonzados que no estaban a la altura del legendario club cuya camiseta vestían. Aún no se había señalado el final, pero los futbolistas alemanes estaban todos por el suelo llorando, incapaces de reaccionar ante aquel momento fatídico que les había fulminado. El árbitro, Pierluigi Collina, un tipo muy especial, rompió el protocolo y el decoro arbitral y acudió a levantar a cada uno de los jugadores del Bayern para hacerles seguir jugando y salvar su honor de deportistas. Se me ha grabado la imagen de aquel hombre mayor abrazando como a su hijo a Kuffour, un africano que bañado en lágrimas era en aquel momento la imagen de la desesperanza. Más sobre futbolistas llegados del África Negra -y hay muchas historias por el estilo respecto a ellos-. Recientemente el Valencia fichó a dos adolescentes venidos de Togo o de Nigeria. Un periodista les preguntó por sus ambiciones. Yo esperaba algo del tipo ganar la Champions o jugar junto a Villa, pero no, su respuesta fue : «Me gustaría tener un teléfono móvil»

    No quiero convencerte de nada, pero, insisto, me parece tan poco edificante que tú te hayas de tragar veinte veces el dichoso gol como que yo haya de ver una y otras veces en Canal Nou a Gzalez Pons -conseller de Medi Ambient- diciendo que van a proteger a las ranas de la Albufera. Prefiero a Collina y a Kuffour.

  8. Me asombra ver cómo los que estamos participando en esta reflexión compartida, incluido yo mismo, obvio, y salvo las breves intervenciones de don Pedro y don Manuel (que entran a lo más sustancioso, pienso), nos decantamos por la anécdota – el fútbol – antes que por la categoría – ese conglomerado metafórico-político de ABC, su director, el PP y uno de sus presidentes – y ¿saben lo que les digo? que voy a postponer mis argumentaciones más vitriólicas para dejarme mecer por la ligereza del ambiente…

    ¡Lo confieso!… por mi cuerpo corre sangre blaugrana. Y en el sentido más absoluto del término. No sólo porque en los dibujitos del Bachiller nos sacaban un cuerpo humano despellejado con venas y arterias de ambos colores – y yo creía, con la incorruptible fe del niño, que se daban en la realidad física – sino porque en mi familia siempre se ha sido “granota”, esto es, hincha o forofo (¿qué imbecilidad es esa de “júligan”?) del Levante UD (salvo mi madre que era “matalasera”… o sea, la fauna propia del País Valenciano seguidora del ¡¡Atleti!!… de Madrid, claro).

    Equipo dado a los sufrimientos homéricos y las gestas épicas, de procedencia incontrovertiblemente obrera y barrial – nada que ver con los fastos del “otro” equipo de la ciudad de València – encontramos en el FC Barcelona al ángel vengador de nuestras desdichas contra el antedicho otro equipo (no, no lo citaré, baste saber que sus seguidores son conocidos aquí por “xotos”, eh, don David…) y al portador de la gloria para los colores compartidos por ambos equipos (independientemente de que claro, en aquellos procelosos años, el Barça era “algo más que un club” pero me quiero ceñir a lo estrictamente futbolístico).

    En fin, en el colegio, antes de entrar en el Bachiller Elemental, me dieron a elegir una camiseta para formar un equipo de fútbol ¿no hay duda sobre cual elegí, verdad? Así que me pasé todo el Bachiller, hasta Quinto, golpeando balón y jugadores (era un temible defensa derecho que corría la banda bastante bien para “colgar” balones hacia el área… modestia aparte) de azulgrana. Cuando, ese mismo curso, me pasé al baloncesto, lo hice con la misma camiseta a la que recorté las mangas (la economía familiar no daba para más)… toda una vida blaugrana… Y eso que el fútbol sólo lo tengo vinculado a mi infancia y adolescencia.

    Bueeeeeno, concluyo aquí mis nostalgias… estos ataque de humanidad me dejan hecho polvo, he de recuperar rápido la máscara y repartir algún fustazo que se me están colando por el centro aprovechándose de esta debilidad. En la próxima no tendré piedad… palabra de granota.

    Post Scriptum (malvado) para el señor Serna y para el señor Montesinos. ¡Qué cantidad de paradojas con sus sentimientos balompédicos! ¿eh, señores?… Aznar del Real Madrid, el presidente Zapatero del Barça y el València en manos del “ladrillo” y haciendo política “blavera”…

    Post Scriptum (tecnológico) para el señor Serna. Disculpará mi ignorancia sobre estos recursos informáticos pero ya que está revisando las prestaciones de su blog a petición de un contertulio, yo me atrevo a sugerirle otra novedad: ¿sería posible el uso de las cursivas? Latín, inglés, gallego y catalán suelen aparecer y lo suyo sería hacerlo con esos caracteres dado que la lengua vehicular es la castellana, ¿se puede?

  9. Apreciado señor Kant, insigne ilustrado: vaya por delante mi felicitación por la evocación nostálgica de una infancia blaugrana, con esa prosa mitad arrogante mitad melancólica. Yo nunca fui granota, aunque llegué a visitar el Campo del Vallejo (el viejo Estadio del Levante). Tampoco fui barcelonista (qué raro me suena…): menos aún seguidor del Atlético de Madrid (qué rareza). En mi infancia (que es contemporánea a la suya), el Real Madrid ganaba las copas de Europa y los muchachos asistíamos con orgullo patrio a las gestas de Gento, a las virguerías de Di Stefano. El Valencia era por entonces un equipo abnegado (como ahora) cuyo mejor activo era su afición: en el generalmente grosero mundo del fútbol, no conozco gente más correcta que los valencianistas. Aunque respeto la fidelidad a sus colores (blaugrana, entre Levante y Barça), no me hará apearme de mi simpatía merengue: y ello a pesar de mi desinterés futbolístico. Por otra parte, acabo de concluir la lectura de Demasiada nieve alrededor, de Javier Marías (reconocido madridista): a pesar de que no siempre coincido con sus análisis, miramientos y disentimientos, qué bien me lo paso leyendo a Marías. Las páginas que dedica al fútbol son una delicia, todo un ejemplo de lo que es la cortesía: la elegancia, la caballerosidad del hincha ganador. Por otra parte, el uso que Marías hace del fútbol es exactamente contrario al de José Antonio Zarzalejos: más que llevar el fútbol a la política, toma los ejemplos de la vida para llevarlos al mundo del balón, cosa que es muy distinta.

    En cuanto a las cursivas…, pues qué quiere, señor Kant, no puede ser: la plantilla no da para más. De todos modos, si lo desea yo le pongo las cursivas (como aquel personaje de Eduardo Mendoza, al que su editor le propuso ponerle las comas).

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    No puedo responder a David P. Montesinos: es tan bella su evocación de ese partido de Alemania, pero tanto y tanto, que sólo cabe aceptar la enorme lección que nos propone. O, como dice Javier Marías, «es inexplicable, de acuerdo, luego algo misterioso, y respetable por tanto, tiene que haber en el fútbol. Algo que lo asemeja a la literatura, al cine, a la música, que también son capaces de hacer reír, exaltarse, apiadarse, lamentarse y hasta llorar por historias y personajes y acordes que nada cambian de nuestra realidad, una vez que se cierra el libro o se encienden las luces o se hace el silencio. O quizá es que sí cambian algo, cuando tienen eco, lo mismo que en nuestra retina un inmenso gol sobrenatural». ¿No es cierto, señora Pavlova?

    Abrazos.

  10. Siento distraerles, amados contertulios, de su éxtasis balompédico. Estuve a punto de no intervenir, pero dado que sus estupendos seminarios de días pasados me fascinaron, y además fui muy sensible a su expresada añoranza de mi desgarrado estilo, me atrevo a «meter» una pequeña entrada.
    Confieso que soy insensible a la belleza, innegable, ya que convoca a las masas y también a las inmensas minorías representadas por Vuesas Mercedes, del noble deporte del balompié y casi de ningún deporte, esceptuando quizás el baloncesto o la furia de nuestro hondero mallorquín Rafa Nadal, pero como la cosa va de metáforas políticas les confieso que estoy muy contento de que el PP haya encontrado ya su nuevo Mio Çid en el italiano Messi después de perder al anterior paladín de la Commedia Dell’Arte de la política europea, don Silvio Berlusconi el falipotente. Ya a punto de que haga mutis por el foro, tras matar unos cientos de miles más de irakíes y/o afganos, el amigo americano, descansará ya satisfecho el poetastro Luis Alberto de Cuenca, que fue inspirador de la fallida letra del Hismono Nacional soñada por Aznar, y autor de este verso impagable:
    «España es un país muy triste que ha suprimido a sus héroes»
    Muertos Franco, José Antonio, Calvo Sotelo el protomártir, y jubilados los héroes de la guerra contra los españoles, generales felones que acompañaron al dictador en el reparto de los despojos de España, ahora tenemos a Messi. El poetastro Cuenca es un buen degustador del fúrbo, y seguramente, ya que permanece como consejero áulico del PP en temas político-culturales a pesar de haberse retirado a los cuarteles de invierno del CSIC a pesar de cobrar sueldo público, es el autor del tamaño intento de que el pobre señor Mariano saque los testículos de la bolsa de grasa acumulada en su trasero para que corra por la piel de toro espantando rojos y mintiendo.
    Bien, adelante pues. Filosofen sobre el fútebol, como dicen los entrañables brasileños. Yo seguiré meditando sobre la huella de Empédocles, que estuve buscando sin éxito sobre la ceniza del cráter del Etna en mi excursión a Sicilia para deleitar poéticamente a los alumnos de español del Instituto Cervantes. Allí pensé en todos ustedes, en su agudeza, hondura e ingenio. Pero no me esperaba lo del inmenso gol sobrenatural. He de confesarlo. En todo caso, que seáis felices ustedes vosotros.: Seguiré aprendiendo de todos. ¡Ah! a propósito, Zarzalejos, como su hermanito el ex-negociador con ETA, siempre me ha parecido un ilustre gilipollas. Ha hecho bien ABC en recuperarlo como director: A Camacho le quedaban resabios del rojo que fue cuando militaba en el PCE.

  11. Creo que voy a retirarme de la escritura. ¡Qué digo de la escritura! (Pavlova se echa para atrás y cual María Guerrero y se mesa los cabellos teatralmente) ¡De la vida! Por las respuestas que me dan, veo que no he sabido expresar nada de lo que pienso ¡Ah, mísera de mí!

    Brevemente (a ver si así…) No me quejo de las infinitas repeticiones de ese gol portentoso; una obra de arte, sea gol, paella o brocado de traje de luces, siempre arte menor, en mi opinión, que disfruté viendo y me hizo comprender, una vez más, el arrebato futbolero de las gentes. Mi familia en pleno es merengue y forofa y mi infancia remota fue un arrobo constante hacia Don Alfredo, aquella mágica Saeta Rubia.

    Sólo quise decir que, si Zarzalejos pretende una acción de Rajoy del tipo de ese gol, está loco del todo y da ya por perdida cualquier acción normal, políticamente normal, en su partido (político). Pide un destello, una genialidad, pero, aún en el supuesto de que Rajoy pudiera hacer nada brillante ¿Y después?

    Serna, a veces he pensado que colocaron a Marías en el sillón de Lázaro Carreter, en la de la lengua, por la afición de ambos al fútbol. Me gustan mucho sus artículos sobre fútbol, los que suelen ser más distendidos. Siempre me divierte y me asombra un poquito la «forofez» de algunos intelectuales. Los otros artículos que me encantan son aquellos en que se queja del funcionamiento de Madrid, los más crispados; el último sobre las procesiones es para enmarcarlo.

    Me permito recomendarles la lectura de dos libros que seleccionó y prologó Jorge Valdano y editó Extra Alfaguara: “Cuentos sobre fútbol” donde, naturalmente, hay uno de Marías y muchos estupendos.

    Me ha parecido preciosa su historia con el fontanero, Justo. Gracias por traérnosla aquí. e parece que sus hijos tienen suerte.

  12. Tengo para mí (me refiero a lo que dice Justo Serne de que en el campo es en uno de los pocos lugares en que los hombres se permiten expresar sus sentimientos) que el fútbol cumple una función extraordinaria con esa parte de la humanidad.

    Creo que las mujeres tienen una facilidad de comunicación, casi todas, que pocos hombres tienen. Son capaces de comentar cosas íntimas entre ellas que sonrojarían a un camionero. Es un hecho probado científicamente, por no sé qué lóbulo cerebral, que su expresión verbal es mucho más fluída que la de los hombres (siempre en general). Ellos han encontrado algo con qué comunicarse en todos los sentidos sin tener que recurrir a contar intimidades: el fútbol. Por eso, los que tienen gran fuidez de expreión, no suelen ser forofos, por eso, casi todos los niños lo son. Las niñas se reunen en grupitos a hablar, los niños juegan al futbol.

    Ya, yaaaa, paren de poner esas caras. Es una opinión muy personal, ya me callo, ya me voy. Qué barbaridad, cómo se ponen.

    :-) :-)

  13. Perdón por los múltiple fallos de mecanófrafa en que he incurrido en los dos mensajes anteriores. Procuraré releer antes de colgar.

  14. A ver, Don Miguel, hemos tenido un pequeño desahogo balompédico, nada más. Nos metemos en faena de inmediato… Además ¿por qué va a ser incompatible buscar la imposible huella de Empédocles con el recuerdo de la infancia o el pequeño placer de algún adulto? Otra cosa fuera que estuviésemos ante niños que se afanaran en las laderas del Etna (cosa harto improbable) o adultos que vivieran su vida a través de ese deporte (cosa harto habitual) pero, afortunadamente, no creo que ninguno de los presentes esté en dichas circunstancias.

    Señora Pavlova ¡no se retire usted de la escritura! La verdad es que me parece bastante clara su alusión a ese hipotético Messi-Rajoy que Zarzalejos propone y, desde luego, coincido plenamente con su visión al respecto. Y ya, precipitados a las coincidencias con usted, he de decirle que, por más que se asombre, yo no hice ninguna especial cara cuando propuso la imagen de las niñas hablando y los niños jugando al fútbol. Lamentablemente para mi género – y por más que en los últimos años la cosa no sea tan drástica como cuando yo llevaba pantalón corto – en los substancial de su actitud ante los sentimientos, los varones seguimos siendo unos “deficientes sentimentales”… y así nos van las cosas (a nosotros).

    Volviendo al tema inicial, no es la primera vez que asistimos a esa morbosa fijación de algunos gacetilleros por la metáfora. Cierto – no se lo negaré al señor Zarzalejo – que el fútbol ha sido propicio para aquella, aunque no sólo para describir la política. Ya pasó, en su tiempo, con los toros. En realidad, quien busca en la metáfora – o la parábola – la descripción de la vida o es un poeta, o le tiene miedo a la expresión clara y directa. Y la transparencia es una de las cualidades de la democracia. La metáfora es abstrusa y no debería ser esa, precisamente, ni la divisa de un periodista (mucho menos de un periódico) ni la consigna de un partido político. Y, miren, a mi todo ese “movimiento de banquillo” que hipotetiza la Tercera del ABC no me transmite una imagen muy prístina ni del diario que la transmite, ni de la persona que la redacta, ni del partido (político9 al que se refiere.

    Sean ustedes claros y gallardos y déjense de metáforas futbolísticas. Pues gallardía se necesita para decir abiertamente que el PP-FAES se ha equivocado, que la estrategia seguida ha sido un error y que sólo alejándose del extremismo reaccionario, el PP logrará dejará de dar miedo al elector, pena al politólogo y risa a quien le queda humor para escuchar los disparates, mentiras y despropósitos que la actual cúpula de dicho partido profiere todos los días por todos los medios a su alcance.

  15. Gracias por la aclaración, meister Kant, aunque la tenía ya muy clara, tu actitud y las mis queridos compinches, no sólo comprendo esos desahogos sino que yo mismo me procuro algunos muchos menos inocentes, pero verás, algunos vejestorios tenemos aún fija la imagen del furbolismo de rancia estirpe franquista donde la alegre muchachada vasca emboinada que cantaba zortzikos en ochotes comiendo marmitakos y sardinas a la par que cortando recios troncos, se enfrentaba con los industriosos catalanes quienes dirimían sus querellas botifárricas con los valencianos bebedores de horchata, olisqueantes de flores y paellas olororas a su vez a tartana y hembra, en cálidos juegos florales donde no existían ni siquiera maulets ni botiflers, al son si posible de alguna muñeira llena de morriña.
    ¿Para qué seguir? Ese fúrbo de los domingos después de la misa y los pasteles, el café la copa y el puro entre los dientes, al son de airoas coplas andaluzas (esencia de la patria) era lo que disfrazaba para las masas la falta de libertades, el panem et circenses de un césar corrupto y sus poncios torturadores. No tengo simpatía desde entonces por los deportes de masas. Y las metáforas habitualmente me repugnan como periodista e incluso como poeta, prefiriendo la humilde analogía que es el paso más elemental entre el pensamiento lelo y el pensamiento complejo.
    Y dicho esto, querido amigo mío, creo que el supuesto movimiento de banquillo con que intenta engañar de nuevo al respetable el PP con otro juego de prestidigitación —tras el supuesto «triunfito» del señor Mariano en TVE hablando en necio al pueblo llano: es decir, de lo que le interesa, la vivienda, el paro, la sanidad, la enseñanza, etc., y que ha sido considerado como «más rentable» por el docto senado en sus cursilíneos maitines—, ya no engaña a nadie, ya no quedan más conejos en la chistera, como le reprochaban antaño a su denostado Suárez. Ahora sólo queda el veredicto de las urnas, que será menor de lo que debiera, gracias a los errores estalinianos cometidos en las listas locales y autonómicas del analfabeto Pepiño Blanco y algunos mariachis cuyos dislates quiero pensar —O tempora o mores— que ignora el líder Zapatero y corregirá al menos antes de las generales. He dicho. Y si en algo quieren contradecir mis alegatos, estoy dispuesto, en el centro de la plaza y recibiendo por naturales.

  16. Pués este que les escribe siempre ha tenido al fútbol relacionado con sus interioridades vitales.
    Cuando llegué a Barcelona en los años 50 con 15 años, comenzó en mí una adversión por el Barça. Yo traía de Andalucía una ligera afición sobre el Betis y el contacto con las gentes de mi entorno me llevó a hacerme forofo del R. Madrid. Todavía no sabía distinguir la laboriosa burguesía catalana de la parasitaria e inútil clase feudal andaluza.

    Poco a poco fuí quitándome dicha afición y eliminando la contradición entre mi adversión al club catalán y mis simpatías hacia el todopoderoso R. Madrid, síntésis de toda la España imperial y centralista.

    Liberado de todo pasado educacional, el fútbol me ocupa muy poco en mis momentos de relax. Ahora sigo la misma relación que comenzó en mí en el inicio de los sesenta. Siempre estoy a favor de los clubs más débiles en sus confrontaciones.
    En cuanto al Barça y al R. Madrid hago mía la victoria de los culés por la satisfación que me produce dolor de los madridistas.

    A los periféricos los tengo catalogados, -con muy pocas escepciones cuando son hinchas del Madrid-, como centralistas, seguidores de los poderosos y creo que portadores de algo de soberbia.

  17. Sí, Juan Moreno, sí, es usted un viejo conocido, un rojo viejo, pero fíjese, sigue haciendo metáforas con el fútbol: Se me pone usted de parte de los más débiles. Y eso no es «fair play»: Debe «ganar el mejor», ¿no? Y a los periféricos los tiene usted también catalogados, ay, ay, ay, ay… ¡Ay!

  18. Pavlova tiene razón, releyendo su primera intervención creo que equivoqué su sentido. Mis disculpas.

    Una curiosidad: aparece el tema futbolístico en el blog de Serna y el post empieza a echar humo, algo tendrá el tema cuando lo bendicen y cuando lo maldicen tanto. Veyrat tiene razón en muchas de las cosas que dice, pero me niego a elegir entre Empédocles y Messi porque me gustan los dos.

    En cuanto a lo que propone Serna y algunos de los post respecto al peligro de las metáforas. El sentido se configura ya en origen desde la metáfora, toda lengua -y habitamos el sentido en la medida en que somos lingüísticos- se constituye a partir de un nivel profundo de metaforización. Eso explica porque, según Walter Benjamin y muchos otros autores, la traducción literal de una lengua a otra es imposible, siempre hay un «lost in traslation» porque el nivel metafórico desde el que nos abrimos al mundo -recordar Heidegger- es lingüístico y el lenguaje es metafórico. En ese sentido creo que debemos perder el miedo a la metáfora como «desviación retórica de lo real» Según Derrida, creo que siguiendo a Nietzsche, la comprensión del ser se constituye en las rupturas, en los desplazamientos de sentido, en las fracturas y los intersticios o márgenes del discurso… en suma, somos sabios desde el mito, el relato y la metáfora tanto como desde la lógica. El propio Kant, decidido enemigo de la metáfora, denomina a su sistema «arquitectónica de la razón», lo cual es terriblemente retórico, y sin embargo no hay mejor manera de expresar su programa. Marx, ilustre materialista, empieza el Manifiesto con una bella metáfora: «un fantasma recorre Europa». Creo que no vivimos un tiempo en donde se pueda definir con claridad la metáfora como desplazamiento inapropiado de lo real, por cuanto no estoy muy seguro de que dispongamos de una teoría criterial de la verdad en el sentido en que sí la tenían Platón, Descartes o Marx. Esto no significa que no haya referencia o recurso posible a lo verdadero, o que no haya objetividad o pretensión veritativa…Lo que intento decir es que los términos del análisis filosófico están ahora mismo en situación de incertidumbre, quizá y con suerte en fase de reconstrucción. Esto vale para el espacio de lo público (ahora mismo en grave peligro de indefinición, leamos a Innerarity, estaría bien que Serna nos hable de él algún día, aunque el amigo Kant le volverá a acusar de socialdemocrata), como vale también para el programa educativo o la cultura juvenil … Si me permitís el recuerdo a Blade runner, creo que algo de esto intenta expresar, algo como que «no sé quien soy, y esa es justamente mi condición existencial»;ni siquiera estoy muy seguro si ya he pasado a ser androide o mutante, lo que cuestiona mi identidad -de la que tan seguro creo estar- en tanto que ser humano… Creo que hemos de acostumbrarnos a vivir en un mundo de metáforas porque ya no hay un Ojo de Dios, las pretensiones de objetividad sólo pueden sostenerse en la medida en la que reconozcamos que la verdad es un constructo, lo cual por cierto es lo que nos convierte a todos en postkantianos.

    El problema de Zarzalejos no es, creo, que se sirva de metáforas, sino que sus metáfora son zafias.

  19. El que esté libre de culpa, Kafeína, que tire la primera piedra. Se puede ser el mejor, es decir, se debe ganar por aquello que usted dice de «Que gane el mejor» y ser el más débil. En el fútbol la fortaleza no lo es tanto por las cualidades de los jugadores como por lo económico y sé por mis sobrinos, todos futboleros, que ha habido equipos que no han podido subir a primera, pese ha jugar divinamente, por no podérselo permitir económicamente. También yo siempre estoy con el más débil y no sólo en cuestiones futbolísticas. Creo que es un deber moral ineludible.

    Por otra parte, querida, su maestro, el que la llama pequeña, que dice odiar las metáforas, hace una en su aportación, aunque sea de modo humorístico, una taurina. Por eso digo lo del libre de culpa :-)

    A mi me parece que la metáfora, un poco como la cita constante y erudita, es un síntoma de inseguridad: la metáfora de inseguridad sobre la propia claridad utilizando los hechos descarnados y la cita de inseguridad de los propios criterios o de nuestra capacidad de convencer y hay que echar mano de los grandes, haciendo nuestras sus opiniones, para reforzarlas y convencer mejor, además de para demostrar nuestra sapiencia. No sé. En fin.

    Saludos.

  20. El sentido empieza a configurarse, querido David P. Montesinos, según demostraron Vygottsky, Luria y Leontiev, a partir de la mismísima emisión de la voz en busca de la mente del otro. No de otro modo nace el peensamiento… ¡Ah! el asunto no residía escoger entre Empédocles y Messi, mi joven amigo: Ni tan siquiera se trataba de una metáfora: Tan sólo de una ligera broma. Y Zarzalejos es un gilipollas. Mayormente.

  21. El sentido empieza a configurarse, querido David P. Montesinos, según demostraron Vygottsky, Luria y Leontiev, a partir de la mismísima emisión de la voz en busca de la mente del otro. No de otro modo nace el pensamiento… ¡Ah! el asunto no residía escoger entre Empédocles y Messi, mi joven amigo: Ni tan siquiera se trataba de una metáfora: Tan sólo de una ligera broma. Y Zarzalejos es un gilipollas. Mayormente. No es metáfora, sólo analogía. Pavlova, no se meta con mi pequeña.Ya sé que es usted más lista que ella, pero la defenderé hasta la extenuación…

  22. Perdón, perdón. Cuando he colgado mi respuesta, cuando la he escrito, no estaba aún la de David P. Montesinos y, naturalmente, no me refería a él en lo que digo de las citas. Las que aquí leo, suyas y de los demás, son necesarias y, al contrario de lo que digo antes, un síntoma de veracidad, de no querer «Adornarse con plumas ajenas».

    Intercambiemos, pues, disculpas, después de las suyas que, no eran necesarias, de verdad.

  23. ¿Va a tolerar que nadie diga de usted que hay alguien más listo, Kafeína?

    No admito esa afirmación, ni en broma ni en serio, Señor Veyrat y aunque ella se la va a reir, yo le ruego que la retire.

  24. Cuando los periodistas intentan comparar la «épica» (…) del fútbol con la de la política (…….) se demuestran lo que en realidad son. Forofos de un equipo u otro. En absoluto narradores. Y, es más, cometen los mismos errores que los comentaristas deportivos en ,por ejemplo, los partidos de nuestra victoriosa selección: confundir deseos con realidad.

    Eso por no citar la infantiloide manía de los próceres del PP de comparar a su lider con según que futbolistas. Recuerdo que en un entrevista decía Esperanza Aguirre «Rajoy es el Ronaldo de la política» (sic). En ese momento no me pregunté si Aguirre nos tomaba por estúpidos: me pregunté seriamente si ella no es una estúpida.

  25. Desmesurado Montesinos: no creo que nadie ponga en tela de juicio la metáfora per se. Obviamente, existe y no se cataloga como un idiotismo de la lengua. Creo que en lo que aquí se incide es en su uso. Cómo se emplea. Cual es su criterio de uso. Y admitimos, creo que todos, que su uso poético es adecuado en dosis moderadas (esa “arquitectura”, aquel “fantasma”…).

    Donde comienza a hacer aguas el criterio es cuando se normaliza, esto es, cuando en vez de usar el argumento, ocupa su lugar la metáfora. Especialmente porque si a un poeta, al final, se lo tendremos que aceptar, cuando se trata de un periodista/periódico y un político/partido, la verdad, no estimo que sea muy de recibo.

    Vinculado con ello está la cuestión de la veracidad. Tampoco creo que traslademos la idea de mentira a la de la metáfora. Antes bien de lo que se trata es de lo abstruso. La metáfora lo es, precisamente, por serlo. Y lo que exigimos de la prensa y de la política es claridad.

    Lo cual nos trae a su aseveración sobre la objetividad. Y vuelvo a disentir en tanto que tampoco creo que se trate de que la transparencia, por serlo, vaya a ser objetiva. Chocamos con Heisenberg. Y ello no es contradictorio con la exposición argumental que, de nuevo, exigimos a los protagonistas de esta intervención.

    En otras palabras: no hay porqué resignarse a vivir en un mundo de metáforas. Al revés, lo que hay que hacer es negarse a aceptarlas como lo normal. Y con ello llegamos al origen de mi razonamiento, cerramos el círculo argumental y podemos concluir: más argumentos y menos metáforas, por favor.

    PS: Por cierto, yo también estuve combatiendo más allá de las Puertas de Tanhauser y no coincidí con usted, lástima.

  26. La metáfora es siempre verdad, siempre, como es cierto el poema. El poeta crea siempre otra realidad distinta, tan real como la supuesta por los necios. Y a este propósit, bien traída la cita de Heisenberg por mi admirado Kant. No se preocupe, Pavlova, ví ayer al señor Veyrat recién aterrizado, con su pepla y cantilena de Empédocles, pues fui a esperarlo a Barajas. Está muy provocador pues ha tenido un éxito enorme entre los sicilianos, entre otras cosas porque, me dijo, empezó el acto diciendo que sus dos primeros maestros, en filosofía y en poesía, había sido don sicilianos, Empédocles de Agrigento y Salvatore Quasimodo, citó después a María Zambrano diciendo que «el filósofo busca, el poeta encuentra», y claro, ya tenía al público entregado cuando recitó un poema de la Antología Palatina del V a.de.C. traducido por él: A estas alturas, el Estadio rugía, cuando avanzó driblando a todos los demás poetas que defendían la corona de laurel, consiguiéndola de un certero shoot.
    Y así se escribe la historia. Ya le digo, que ha regresado algo chulillo y provocador, además de generoso, pues por primera vez en su vida le dió propina a un taxista. No tiene muy buena opinión de ellos. Bueno, pues no me enrollo más, que están muy buenas las aportaciones de hoy… Ahora, de verdad ¿Cree que me puedo enfadar con él? ¡Y usted tampoco, mujer, Pavlova!

  27. Bueno, yo de metáforas podría hablar pero de fútbol…, podría contaros las gestas del Deportivo, este equipo pequeñito que en otros tiempos estuvo entre los grandes; y coincido con Juan Moreno y con Pavlova, estoy a favor de los clubes más débiles; dices, Kafeína (¡qué bien que volváis a escribir, Migueliño y tú!), que debe ganar el mejor, pero, como bien dice Pavlova, el mejor tiene que tener mucho dinero, no compiten todos en igualdad de condiciones, así que yo apuesto por el débil.

    Volviendo a las metáforas, dice David Montesinos que las de Zarzalejos son zafias, yo creo que ni siquiera son metáforas, porque este recurso expresivo relaciona dos elementos que tienen algo en común, y entre el magnífico gol de Messi y la trayectoria de Rajoy y sus secuaces no hay ninguna semejanza. Rajoy nunca podría meter un gol como el de Messi, metería el gol apartando a tortazo limpio a sus rivales; este individuo y su partido, el PP, no respetan a los que discrepan de sus ideas, intentan censurar a todos los que no comulgan con su ideología, taparles la boca (cfr. lo que ha pasado hoy en Valencia con las proyecciones que estaban programadas por el colectivo “Ja en tenim prou”, denunciadas y prohibidas). Aquí, en Galicia, los conocemos bien, los tuvimos que sufrir durante muchísimos años, pero sus censuras y chanchullos no impidieron que perdieran las últimas elecciones y que el dinosaurio tuviera que emigrar a Madrid para acabar ahí su carrera política; nuestra campaña de ¡Hai que botalos! (en galego, botar=echar) dio resultado.

    Lo preocupante es que la diferencia entre este PP cavernícola y el PSOE sólo sea de punto y medio, y aquí coincido con Miguel Veyrat, esto evidencia que el PSOE lo está haciendo bastante mal, que no es capaz de seleccionar gente competente para llevar adelante lo que prometió en su campaña electoral.

    Difícil, muy difícil, está el panorama político actual, al PP ¡hay que botalo! y al PSOE ¡hay que cambialo!

  28. Gracias por la bienve, Fuca. ¡Hombre está bien lo de que «que ganen los míos» en vez de «que gane el mejor», para eso votamos, pero cuando se trata de jugar, jugar, la verdad es que en la habilidad está la victoria, y estoy con Fuca y con mi maestro, algunos líderes del PSOE dan verguenza ajena. ¿Es que no existe en la dirección federal ningún portavoz más hábil, o al menos más culto que Pepiño? Aparte de que parece que esté siempre leyendo lo que otro le ha escrito, estoy hasta el moño de «escuchale» «ecir» «asoluto» o «esecional». No digamos de sus «manejos» tipo tienes que meter en la lista a Tamayo y Sáez «poque» lo ha «icho» Balbás… Es la única vez que Acebes ha estado «sembrao»: No queremos que eduquen a nuestros hijos como a Pepiño Blanco.¡ Fuca, rebelaos los galaicos! ¿Cómo vamos a votar así para que «ganen los nuestros»? ¡Ah, y mi solidaridad para los de Ja en tenim prou. Que quiere decir que ja están fins als collons, ¿no?

  29. En ocasiones, se cierra una puerta pero queda una ventana entreabierta, doña Francisca (Fuca para uds.) Se cerró la de la proyección de la película “Ja en tenim prou” pero se anuncia la publicación de un libro dedicado a las citas textuales de la alcaldesa de la capital, doña Rita Barberá, auténtico epítome de la política municipal del PP. Sin interpretaciones ni metáforas, sólo sus palabras textuales. ¿Lo prohibirán también?…

    Entre las cosas que nos estamos acostumbrando e incluso aplaudiendo, está la de la persecución a la opinión y este – el de “Ja en tenim proa” – es un buen caso. El del respeto a la edición de “Rita Barberá, el pensamiento vacío” será otro.

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    Sin miedo, digo… Les recomiendo, cuando esté en las librerías (aparecerá en soporte papel, no en digital como es la especialidad de la editorial Faximil, Edicions Digitals) que observen la reseña de colaboradores en la obra: nadie. Nadie salvo el editor (un gallego afincado en València, Alfonso Moreira) y el autor (un valenciano, Pep Sorribes) que sí lo están, el resto brilla por su ausencia. Los ausentes tenían miedo de aparecer. Y es que, aquí, ya hemos dado otro paso: comenzamos persiguiendo la opinión discrepante y, ahora, además, aparece el temor entre los agentes productores de cultura, o sea, de crítica. Estupendo.

  30. Querido Veyrat, los espacios discursivos dentro de los que se mueven Vygotsky o Luria son completamente distintos a los de Heidegger o Kant, estrictamente filosóficos. Usted los cita correctamente, pero no sirven para contestar a las preguntas que yo planteo, sus teorías son intraducibles a los interrogantes que planteo, y por tanto, siguen quedando abiertos. Gracias en cualquier caso.

    Querido Kant. Seguiré su consejo de no desmesurarme. Estoy como usted en contra de lo abstruso. La obligación del pensador es trazar caminos en el laberinto, no complicar las cosas. En lo que discrepo de usted radicalmente es en que la metáfora -por serlo, como usted dice- sea abstrusa.Muy al contrario, desde Platón, es más, desde los primeros pensadores jonios, la metáfora tiene una presencia esencial, y su función no es confundir sino, muy al contrario, aclarar. La impresión de que algunos de mis contertulios tienen una concepción desvalorizadora del concepto de metáfora me la confirma su intervención, pues usted parece aceptar sólo muy de mala gana la metáfora entre poetas y de ninguna manera en periodistas. Pues bien, cuando mis alumnos de ESO y yo trabajamos un diario cualquiera encontramos cientos de metáforas, y no son asumidas por el redactor o el articulista como recursos retóricos, es que, como insisto una y otra vez, la comprensión del sentido se origina en esos peculiares desplazamientos de sentido que configuran el lenguaje, al cual no hay manera de disociar del pensamiento mismo. Usted se autorrefuta cuando dice que no tiene nada contra la metáfora per se pero luego repite una y otra vez que es perniciosa. «Usémosla pero sólo en dosis moderadas», «es abstrusa», «más argumentos y menos metáforas». Ni usted mismo es capaz de expresarse sin metáforas. «Hace aguas», «exigimos transparencia», «chocamos con Heisenberg». Usted y yo entendemos el mundo a partir de la metáfora, no sólo nos servimos de ella. Dice usted que el problema llega cuando el criterio se «normaliza», pero es que ya está «normalizado». Insisto, a riesgo de impacientarle, el artículo de Zarzalejos no es malo porque se sirva de metáforas, sino porque éstas, además de zafias, son falaces de ninguna manera se sostienen en este caso. Tampoco digo que «haya que resignarse a un mundo de metáforas», primero porque no se trata de resignarse a nada y ,segundo, porque lo que yo digo es que el modelo de verdad que cree poder designar un espacio referencial «puro» o «sustancial» basado en «hechos puros», como si fuera posible designar el hecho fuera de un marco de valores, está completamente desfasado. Creo que su concepción de lo metafórico responde a ese planteamiento ya superado por las distintas escuelas de pensamiento.

    pdta: no me vio en las puertas de Tannhauser porque no miró bien, la próxima vez, si nos encontramos le invito a una copa, y no es cachondeo. pdta 2: me acabo de cruzar con su última intervención, gracias por el link y por la información.

  31. Gracias, querido David, por la puntualización. Como poeta he pasado mi vida preguntándome (y buscando respuestas) por las raíces del pensamiento poético. Los filósofos (a pesar de ser desde siempre un fiel fenomenólogo, seguidor de Husserl y sus discípulos: Todavía me queda una parte de la inmensa obra de Gadamer por leer y asimilar) nunca me la proporcionaron pues se mueven habitualmente dentro de un método cerrado y las más en un sistema cuya esfericidad irrespirable ni ellos mismo sospechan conduciéndoles a un punto central que acaba siendo la verdad, su verdad, una verdad no verdadera como diría el propio Heidegger. He debido buscar la respuesta en los grandes espacios del pensamiento libre, que para mí es precisamente el pensamiento poético, el que recién emitido en la gozosa o angustiosa búsqueda de la mente del otro, se modula en emoción, razón e instinto, naciendo como canto, grito o argumento. En todo caso, será un placer discutir, debatir contigo y aprender, siempre aprender.
    Y tienes también razón en que vivimos —como Pedro Salinas lo hacía «en los pronombres»— en un un mundo de metáforas, que a menudo se torna pegajoso de tan edulcorado, envolvente y dominante, sobre todo desde que los medios se han universalizado empleando la imagen como un inmenso leviatán que, octópodo o fálico, pero siempre proteico, acaba por vencernos. Por ello escogí hace años el camino poético de un hermetismo enriquecedor, no obscuro sino luminoso, donde la economía verbal deba conducirnos necesariamente a la transparencia de la que llegamos y a la que debemos ir. Ello no empece que al modular el grito la emoción estalle y desborde en una erupción violenta de lava ardiente metafórica que el oficio y la voluntad del poeta transforma en materia palpitante, transmisible y comulgante. Pero siemprre, siempre, siempre, buscando la bóveda cordial —la mente— del otro. Un cordial abrazo.Veo que mis pequeñas provocaciones siempre dan jugoso, fértil fruto.

  32. Queridos amigos, el blog va lentísimo. Es responsabilidad del Servidor: que no de un ‘servidor’. Supongo que lo arreglarán a lo largo de la mañana. De todos modos, estoy encantado con seguir leyéndoles: las nuevas glosas que tengan a bien escribir (paciencia con el Servidor), sus comentarios cruzados, sus apostillas y las amistosas puyas que mutuamente se lanzan. Es un auténtico espectáculo intelectual, de exhibición poderosa (en el mejor sentido de la palabra).

    Esta tarde, a poqueta nit, publicaré un nuevo post. Hoy hace setenta años que murió Antonio Gramsci, aquel que fuera máximo dirigente del PCI. Con este motivo trataré de reflexionar brevemente sobre el fascismo, sobre el comunismo y, más en general, sobre el antifascismo: hoy, aquí, en Europa y en España. ¿Cómo se contemplan estos fenómenos tantos años después? He leído para ustedes una rareza de la que sacar provecho para ustedes y para esbozarla aquí. Se trata de un texto que yo ya conocía por otra versión, pero lo interesante es la traducción que acabo de leer: La doctrina del fascismo, de Benito Mussolini, un volumen editado originariamente en 1932 y que yo, ahora, he leído en su versión española de 1935, hecha en Florencia por Vallecchi Editore. Es un libro tóxico, pero sobre todo es una rareza filológica, insisto.

  33. Apreciado don David, me es un placer coincidir tanto con usted como discrepar pues, al fin, hasta en eso coincidimos.

    Verá, no soy yo quien opina que la metáfora es abstrusa, lo es el DRAE. No sé usted, pero yo, ante él, me descubro. Si conviene con nosotros (con la Academia de Lengua Española y conmigo mismo) que abstruso significa “de difícil comprensión e inteligencia” y que la misma fuente entiende por metáfora el “tropo que consiste en trasladar el sentido recto de las voces a otro figurado, en virtud de una comparación tácita”, no podrá con menos que llegar a la conclusión de que si lo expresado no tiene “el sentido recto”, obviamente es “de difícil comprensión” ergo es algo abstruso. Que Platón terminara a trompicones en las obscuridades de su cueva es, metafóricamente, la mejor demostración de que si hubiese llevado un candil, una luz, no hubiera visto sombras sino las cosas nítidas.

    Me permitirá tomar – por primera vez y supongo que última, no es una ocupación que me agrade – la representación de esos contertulios que a usted le parece que desvalorizan la metáfora. Rotundamente, no. No creo que ninguno de los presentes lo haga, lo que pienso es que donde sí coincidimos es en la oportunidad y lugar de su uso. Y donde parece especialmente inapropiado es un medio de comunicación destinado a transmitir noticias y expresar opiniones. Que detecten ustedes, en su labor académica, cientos, miles, de metáforas no sólo es indicativo de su asunción normal en el lenguaje cotidiano (una obviedad que nadie cuestiona), lo es también de la existencia de profesionales que han equivocado su formación y su trabajo, de medios engañosos y de intenciones empresariales aviesas, dispuestas a pervertir la función social del mal llamado “cuarto poder”.

    Ya le pasó cuando leyó apresuradamente a la señora Pavlova y, me temo que le ha vuelto a ocurrir ahora al leerme. Se da el caso que no me autorefuto. Y, vea usted, que se lo digo yo que no tengo ningún sonrojo en contradecirme (esto es una cosa vieja en este blog y si me lo permite, no volveré sobre ello), pero es que en este caso, no es así. Extrapolando mis palabras de su contexto flaco favor se hace a su argumentación, especialmente porque las trufa de valoraciones que yo no hice sino que usted interpreta de mí.

    Así, sucintamente:
    (a) lo pernicioso de la metáfora está en cómo se usa no en si misma (y ya lo llevo repetido unas cuantas veces).
    (b) yo no tengo ningún interés en expresarme sin metáforas, las uso y me enorgullezco de ello; en caso de duda sobre mi coherencia, léase el punto (a).
    (c) en efecto, y me ratifico en ello, el problema viene cuando la metáfora es la norma y no la excepción; que ya esté normalizado sólo quiere decir que el problema ya existe, lo cual no niega ninguna de mis aseveraciones.
    (d) descuide usted que no me impacienta.
    (e) su propia opinión sobre la calidad y oportunidad de las metáforas del señor Zarzalejos sólo revela lo que yo le argumento: son abstrusas. Y lo son porque a usted le han parecido “malas”, “zafias” e “insostenibles” pero le aseguro que hay nueve millones de votantes del PP que las han encontrado “buenas”, “exquisitas” y “pertinentes”, ¿en qué quedamos, pues?
    (f) ¿alguien le afirma que sea posible designar un hecho fuera de un marco de valores? Yo, desde luego, no. Y no necesité que ninguna escuela de especuladores del pensamiento me lo viniera a descubrir, la mecánica cuántica, hace ya bastantes años – cuando algunos seguían sumidos en la metafísica – llegó a esa conclusión por la vía matemática que, le aseguro, no es ninguna metáfora.

    Por más que traté de ser conciso temo que me he excedido, con mucho, de un espacio expositivo razonable. Les pido disculpas a los contertulios por eso y a usted le agradezco esa copa que, visto cómo quedaron las Puertas de Tannhäusser, mejor si lo hacemos en Arrakis.

  34. Mi agradecimiento a Veyrat por su amabilidad y mi interés por leer sus poemas.

    A Kant

    Disfrutaremos de la copa en Arrakis porque suelo llevarme bien con los matemáticos.

    1.El «sentido recto» es un enunciado metafórico, y corresponde a la presunción de que hay una referencia sustancial, un hecho puro al que los redactores habrían de referirse sin desviarse. Pero resulta que toda información se configura desde marcos de selección, sentido y relevancia que convierten lo del sentido recto en una pretensión metafísica, ilusión de «ojo de Dios», como si la realidad de la que se nos «informa» no llegara ya completamente integrada dentro de un marco comprehensivo. Lo que esto tiene que ver con mi defensa de lo metafórico en la comprensión proviene de Heidegger, y usted no me lo ha refutado.
    2 Repite mucho ciertas cosas y se autorrefuta en todas ellas. No está contra la metáfora pero sí lo está,pues las considera inapropiadas en medios informativos o de opinión, como si una y otras pudieran forjarse desde «interpretaciones literales» de la realidad.
    3Ya pedí perdón a Pavlova por mi mala interpretación, a usted no le he malinterpretado, no es culpa mía que usted se autorrefute, aunque por lo que dice disfruta contradiciéndose.
    4 La concepción veritativa que defiendo niega todas sus aseveraciones, otra cosa ese nuestro debate se haya enquistado y no haya acuerdo posible, sinceramente lo siento.
    5Gracias por no impacientarse
    6No sé porque me pregunta «en qué quedamos?» No quedamos en nada, yo no voto al pp y la comparación de zarzalejos me sigue pareciendo zafia y no abstrusa, entre otras cosas porque es clarísima.La metáfora de Messi me parece desacertada por ser desacertada, no por ser metáfora.
    7 Sus descalificaciones a Platón y a los especuladores filosóficos es de una insolencia muy sana, pero creo por sus palabras que usted no entiende a Platón.

    Fuerte abrazo

  35. Hoy Manuel Rivas (supongo que conocéis a este escritor) escribe un artículo en El País, en las páginas de Galicia, titulado “A metamorfose política de Galicia”, en el que, entre otras muchas cosas, habla de las metáforas, aplicadas en este caso a las utilizadas para designar el crimen, el asesinato; os traduzco el párrafo: “Ir a dar un paseo significaba un viaje a la muerte. Lo mismo, claudiar o ir a buscar claudias, en Ourense. Me dicen que en Buenos Aires la palabra utilizada en la dictadura de los militares, entre 1976 y 1982, era traslado. Asesinar. Hacer un traslado”.

    Por cierto, relacionando este post con el anterior, aquel en el que debatimos sobre “La juventud domesticada”, supongo que David Montesinos se referiría a las personas menores de 30 años. Lo digo porque, leyendo artículos sobre el duelo presidencial francés entre Sarkozy y Royal, decían que la novedad de estas elecciones radicaba en que los candidatos eran jóvenes, no habían nacido en los años en los que tuvo lugar la 2ª Guerra Mundial. ¿Sarkozy y Royal jóvenes, mociños de 52 y 53 años respectivamente? Interesante, cada día se aprende algo nuevo.

    Gracias, Kant, por el link sobre el libro de Rita Barberá. Tienes razón, cuando se cierra una puerta siempre pueden quedar ventanas entreabiertas y, si están cerradas, ya veremos la forma de abrirlas.

  36. Sosiéguese, avezado Montesinos.

    Entiendo que los metafísicos se vean necesitados de justificar su existencia, que para ello recurran a aburridísimas disquisiciones sobre temas que las ciencias ya han ultrapasado sobradamente, el sentido común sencillamente desprecia y cualquier persona medianamente sensata obvia. Y yo, una persona vulgar, de pensamientos llanos y sólo dudas ante tantas certezas como las que nos apunta, se ve imposibilitada de seguir su trepidante ritmo de naderías.

    Comprendo, por otra parte, que sea incapaz de entender que no me contradigo – a pesar de mi interés por hacerlo y desvergüenza si lo hiciese – pues si lo hiciera estoy seguro que no sería capaz de escribir los pintorescos razonamientos que le leo.

    Tiene usted razón, el debate se enquista y no hay forma de alcanzar un punto de entendimiento. Aunque considero que no por ello debería entrar en descalificaciones de bajo nivel – esperaba más de usted, la verdad – del tipo “usted no entiende a Platón”. ¿Qué tal si yo le dijera: “a ver si el que no entiende a Platón es usted? Que feo, ¿no? ¿Y qué hubiéramos conseguido si yo le hubiese respondido eso? Serénese, le decía, porque está haciendo lecturas apresuradas y simples de mis líneas, o eso creo, al verle confundir, por ejemplo, Heideger con Heisenberg… y he tenido la prudencia de no hacer sangre con ello.

    Quede pues usted en su cueva que yo me voy con mis luces.

  37. Señor Kant, le presento mis más humildes disculpas si en algo le he ofendido, pero mi única intención era expresar mi controversia. Gracias por aceptarme como interlocutor. Mi apretón de manos.

  38. En nada me ha ofendido, señor Montesinos, un veterano de Tannhäuser no puede hacerlo (y menos si conoce como plegar el espacio para alcanzar Dune… la especia tiene estas cosas, ya sabe). Exprese usted sus controversias, ¡faltaría más!, pero no se deje arrastrar por la pasión. Gracias por ser paciente conmigo. Por supuesto, ahí va mi mano.

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